El domingo fui con mi familia a comer a la cafetería. La mesa estaba sin limpiar, el trato de los camareros dejaba mucho que desear el tener que esperar para que te te tomen comanda, te recojan la mesa y encima para colmo para el postre hubo que llamar a un camarero para pedirle el postre eso si para la cuenta anduvieron rapidísimos. Con actitudes así hacen que no se desee volver a ese lugar. Ya es la segunda vez que se a ido y se han comportado así los camareros (hacen corrillos en la barra, tardan en atender a la gente sin estar la cafetería llena, haciendo ciertos comentarios que se creen graciosos pero es todo lo contrario). Conclusión yo y mi familia nos estamos pensando en no volver a la cafetería.

Mi experiencia es por la Cafetería, (todavía no me he alojado). Siempre que voy a Santiago me permito tomar un café en este magnífico salón o en el claustro, donde se respira mucha paz. Personal muy amable y el café excelente

Si buscas un hotel solo por su ubicación y valor cultural sin importarte el descanso, entonces le doy un diez. Si esperas poder dormir y disfrutar de tu habitación, entonces un cero. Cada paso que das en ella, o en el pasillo, cruje el suelo como si fuera a resquebrajarse, cada vez que abres o cierras una puerta de armario, un grifo, una ventana.... lo oyes tú y los vecinos de al lado, de arriba y de abajo. Los ruidos del exterior, los borrachos de madrugada cantando, aullando, vomitando, se oye todo. Además, en el baño, hay un olor a cañerías desagradable. Para visitarlo de día, desayunar o tomar un café está muy bien, pero mejor escoge otro lugar para dormir.

Ideal para todo. Insuperable estés o no hospedado. En octubre 2021 lo visitamos nuevamente y disfrutamos de su interior. Tomamos un café y descansamos antes de pasar la tarde visitando la ciudad

Estuvimos en el restaurante de tapas y del peregrino. No es barato pero de calidad excelente. El servicio muy amable y atento, facilitando la elección de los platos y vinos. Atmósfera muy tranquila y agradable