jose maria ortiz-arjona 23/12/2021 Espectacular edifico del barroco antequera, lo cual ya es decir mucho en una ciudad donde encuentras un monumento casi en cualquier esquina. La torre y la disposición de las bóvedas concentran la atención casi desde cualquier punto de la ciudad. El único problema es que no puede visitarse. Un Imprescindible
pury montes 30/11/2021 No pude entrar una pena y ademas con la cantidad de iglesias que hay en Antequera no se pueden ver mas de la mitad estan cerradas imposible pillarlas abiertas, una pena el horario que anuncian algunas no es, por que fui varios dias y nada cerradas una pena, precioso Antequera me encantó volvere??????
rubén luque 23/08/2018 Una pena que no se pueda visitar. Siendo BIC (Bien de Interés Cultural) debería estar abierto al menos 4 veces al mes, para su visita.
javier gonzalez-soria 03/01/2018 Situada en Antequera, la iglesia conventual de Agustinas o Convento de la Madre de Dios de Monteagudo, fue levantada entre 1747 y 1761 y hoy despierta gran interés entre los estudiosos del arte. El buque exterior del edificio sorprende por la enorme altura de sus muros de ladrillo, destacando dos volúmenes autónomos: la torre-cúpula de la capilla mayor, elegante obra del barroco-mudéjar antequerano, y la bella torre-campanario. El interior del Convento de la Madre de Dios de Monteagudo es una de las creaciones más bellas del Barroco antequerano desde el punto de vista arquitectónico. Partiendo de un modelo de iglesia conventual muy sencillo, se llega a conseguir, gracias a un hábil juego de rectas, curvas y superficies cóncavas, un conjunto espacial de los más originales de toda la arquitectura española. El interior no puede visitarse.
david gómez 02/12/2015 El Convento de Madre de Dios de Monteagudo de Antequera debe su origen al establecimiento de la comunidad de religiosas agustinas en la ciudad en 1520, aunque el edificio actual es, en partes muy significativas, de mediados del siglo XVIII, momento en que el incendio del anterior inmueble obligó a su reconstrucción. Se trata de un valioso ejemplar de su tipología, con logros evidentes, reconocidos por la historiografía artística, en la solución espacial de la iglesia, en el tratamiento de la torre y la portada y en su decoración interior, que, por otra parte, alberga interesantes obras pictóricas, escultóricas y de retablística.