Un lugar precioso al que estando en la Palma hay que ir seguro. Cuidado con el coche. La bajada exige frenos y la subida motor. Después de la visita, subiendo y antes del último repecho a la izquierda, hay como alternativa una pista de tierra que te llevará a la carretera con pendiente menos pronunciada. Mi coche de alquiler el último tramo no subió y fui por la pista.

Precioso, es un auténtica maravilla. Te dan ganas de quedarte a vivir allí. Recomiendo que, para ir a visitarlo, lleven un calzado de montaña, ya que hay algunos tramos que resbala un poco, y sobre todo, saber conducir con muchísima precaución, debido a que la carretera es muy estrecha, y dos coches a la vez no caben.

Después de un buen rato bajando en coche todavía te queda otro tanto a pie para llegar. Y cuando empiezas a renegar por haberte dejado convencer para bajar por ese camino de cabras, de pronto aparece lo inesperado, te encuentras ante un paisaje idílico y compruebas que ha merecido la pena el descenso. Lo malo... hay que subir después.

El sitio es espectacular. Estaría genial que hubiese un bar allí abajo ??. La carretera de acceso no apta para conductores novatos (es empinada, con muchas curvas y estrecha, no siempre caben dudas coches)

Un lugar con un encanto único. Parece sacado de un cuento. Ese pequeño pueblo escondido y encajado en el roca del acantilado. Llevar en coche es un poco costoso y luego hay que andar un poco. Pero merece la pena ver el lugar. Recomendable sitio para dedicarle un rato.