Sólo he estado una vez en este restaurante, y creo que en algún momento repetiré. Hicimos una cena de compañeros de trabajo y la comida estuvo genial. Platos elaborados sin ser demasiado caros. Las cantidades en su justa medida. Los postres fantásticos. La única pega que pondría es que en la mesa en la que estuvimos estuvimos un poco apretados, y me temo que todas son por el estilo, ya que el local no es muy grande.

He salido muy contento varias veces que he estado. Platos variados adecuados para compartir y muy ricos y a un precio moderado. Eso sí, hay que andar atento a reservar porque los fines de semana tienen mucha gente y es fácil que te den un tiempo de espera superior a una hora o que no haya mesas.

Quizás lo más atractivo de este lugar sea su menú del día que ofrece, a precio bastante asequible una amplia variedad de platos de calidad más que decente. La decoración y atmósfera hace que comer allí resulte la mar de agradable. Entre semana es bastante tranquilo pero al llegar el fin de semana el bullicio es notable. .

Platos muy innovadores dentro del menú. Puedes comer a un precio rebajado los lunes, pero intenta ir pronto o no encontrarás sitio para todos si además soy mucha gente. Buen trato en un pequeño espacio que se termina haciendo muy acoger. Característico olor a incienso desde que entras! :p

¡Fabuloso! El local es pequeño y acogedor y la comida buena y abundante. Además, la carta está presentada con nombres y comentarios muy originales. El precio estándar: no es barato pero tampoco es un sitio "caro". Pero lo mejor de todo, el trato del personal. Consiguen algo que en muy pocos restaurantes se logra: que te sientas especial, que todo llegue a la mesa en su momento, que te puedas despreocupar de lo que hay alrededor para centrarte en tu velada... y todo con una sonrisa siempre. Totalmente recomendable.